El fósforo (P), en un formato que se mueva rápidamente por los conductos de agua de la planta, es un elemento muy importante que regula el crecimiento de la misma. El fósforo es clave para el desarrollo y la vida de las plantas, y la intensidad de los procesos bioquímicos, el desarrollo de las raíces y el sistema inmune natural de la planta dependen de su cantidad. Las plantas son estimuladas para que usen el agua con más moderación, por lo que se vuelven más resistentes a la sequía. El fósforo estimula los procesos de iniciación, formación y maduración de los cuajos del fruto, la acumulación de materia seca en las semillas y la regulación de la formación de clorofila.
El potasio (K) mantiene la presión osmótica y el equilibrio del agua en las células, controla la función estomática de las hojas, las plantas retienen mejor la humedad y se vuelven más resistentes a las sequías y a las bajas temperaturas. El potasio acelera el transporte de los productos de la fotosíntesis de las hojas a las semillas, aumenta el peso de las semillas y mejora su calidad.
El cobre participa en el metabolismo de proteínas y carbohidratos, forma lignina, que es un elemento estructural de la fuerza de la células y, como resultado, aumenta la resistencia frente a enfermedades por hongos y bacterias. El cobre es un catalizador de la fotosíntesis y los procesos respiratorios. Es especialmente necesario en suelos de turba.
Bioestimulantes: recientemente se ha producido un aumento en el interés por la investigación de las bacterias ácido lácticas (BAL), ya que pueden ayudar a controlar directamente las enfermedades y el crecimiento de las plantas modulando la captación de nutrientes importantes como el fósforo y el potasio, la fijación del nitrógeno y la producción de hormonas de la planta.
Ácidos salicílicos: la hormona del ácido salicílico (AS) en las plantas juega un papel esencial para la regulación de varios procesos biológicos a lo largo de la vida de la planta. El AS es una señal endógena que puede provocar una respuesta defensiva de la planta en el lugar de la infección y en el tejido sistémico de la planta.
La L-prolina es un aminoácido esencial que es importante para más de diez procesos del crecimiento y desarrollo de las plantas, como la regulación de la presión osmótica, la regulación de la apertura de los estomas, la hinchazón de las semillas, la estimulación de la germinación del polen, la estimulación de la fotosíntesis y la regulación de la formación de la clorofila.

VENTAJAS:

• forma frutos más firmes con mayor valor nutritivo y mayor tiempo de conservación,
• las plantas son invulnerables a plagas o patógenos,
• las plantas resisten mejor las temperaturas altas y bajas,
• estimula la absorción de todos los nutrientes que haya en el suelo,
• estimula la formación del pelo radicular,
• activa la síntesis de las proteínas, los carbohidratos y las grasas,
• estimula la fotosíntesis, la energía y el metabolismo,
• las plantas crecen más sanas y fuertes.